martes, 10 de abril de 2012

La tenencia responsable de un animal de compañía


Qué es

Cualquier persona que decide adquirir un animal, como miembro de la sociedad, acepta unos deberes morales y legales hacia su animal y la sociedad en general. La aceptación de estos deberes y su cumplimiento representa la “tenencia responsable” de un animal. 
Por un lado existen normas sobre el Bienestar Animal que se basan en el hecho que  los animales son seres sensibles y por tanto les reconocen una serie de derechos propios que deben ser respetados.
Los propietarios deberán consecuentemente garantizar el bienestar de sus mascotas mediante:
-       El manejo y la alimentación adecuados a su especie, raza y estado fisiológico.
-       Unas instalaciones idóneas que faciliten tanto el refugio frente a las inclemencias del tiempo como el espacio necesario para su movimiento.
-       La facilitación de ejercicio físico diario.
-       Un trato afectuoso que excluya el maltrato y el abandono. El animal no debería estar solo más de cinco o seis horas diarias.
-       El mantenimiento de unas apropiadas condiciones higiénico-sanitarias, evitando la acumulación de excrementos y otras inmundicias en su entorno.
-       La atención veterinaria profesional necesaria en todo momento y como mínimo una vez al año.

Con respecto a los derechos del resto de ciudadanos, existen normas que tienen como objetivo garantizar la óptima convivencia de los animales con los seres humanos y evitar molestias a la población, manteniendo la seguridad ciudadana y la salud pública. Así, el propietario deberá asegurarse de que:
-       Todas las personas que deban convivir con el animal estén de acuerdo con su presencia previamente a su adquisición.
-       Los olores y ruidos que pueda generar el animal no molesten al vecindario.
-       Se minimice la probabilidad de daños a bienes y personas mediante un alojamiento y conducción apropiados.
-       Se dispongan de los medios económicos necesarios para hacer frente a los daños ocasionados por el animal que no se hayan podido prevenir.
-       Los animales no miccionen ni defequen en parques y jardines frecuentados por niños.
-       Se recogen inmediatamente las heces que el animal defeque en los espacios públicos.

Adicionalmente  una tenencia cívica de animales debe considerar otros aspectos relacionados con los anteriores y que incluyen:
-       La adquisición responsable de los animales, debiendo evitarse la compraventa ilegal fuera de Núcleos Zoológicos autorizados y priorizando en cualquier caso la adopción de animales en centros de acogida gestionados por entidades protectoras de animales o ayuntamientos.
-       Un adecuado control de la reproducción de los animales, incluyendo la esterilización como medida efectiva para evitar abandonos y superpoblación, con los problemas éticos y sanitarios que ambos conllevan.
-       Aspectos administrativos como la correcta identificación de los animales, su censo en los registros oficiales del lugar de residencia y la satisfacción de las tasas municipales correspondientes.


Por qué queremos compartir nuestra vida con un animal

Si pensamos en todas las obligaciones y deberes anteriormente comentados, resulta por lo menos extraño que alguien aún quiera adquirir una mascota.

En realidad son muchas las situaciones y vivencias que hacen que un animal pueda llegar a nuestra vida.

Adquisición compulsiva: es imposible no fijarse en una tierna bola de pelo, con sus movimientos inseguros y sus ojitos que solo transmiten ternura. A menudo nuestro encuentro con un perro empieza así: un amigo que tiene unos preciosos cachorros, un escaparate que nos atrae la atención, una revista o la tele que nos presenta anuncios con un perro como protagonista. Entonces el instinto nos empuja y solo pensamos que tendremos aquel ser en nuestras manos y lo cuidaremos sin pensar en las obligaciones, en nuestra rutina diaria, en todas sus necesidades y en la manera correcta de tratar con un ser diferente de nosotros.
 
Regalo: a muchas personas parece una idea graciosa regalar una mascota a un pariente, a un amigo, a un niño. En realidad nunca debemos pensar que una mascota pueda ser un regalo. Su adquisición debe ser meditada, discutida en familia y aceptada. De lo contrario lo más fácil que puede suceder es que a la primera dificultad el animal pague la incapacidad y la falta de conciencia de las personas 

Encuentro accidental: desgraciadamente aún es fácil encontrar demasiados animales abandonados y en muchos casos dejar un animal solo y perdido significa condenarlo a una vida breve a causa de accidentes o enfermedades. Un animal que ha conocido desde pequeño un ambiente sin ningún tipo de peligro difícilmente puede sobrevivir sin su grupo y los cuidados que desde siempre ha recibido. Sin contar que a veces las mascotas que se han perdido necesitan cuidados médicos por enfermedad crónica. Pensando en esto es importante recoger cualquier animal abandonado o perdido, aunque la decisión de quedárnoslo debe ser meditada y ligada a nuestra posibilidad de poder dedicarle tiempo y atenciones. Si no es el caso lo mejor es dejar el animal al cuidado de protectoras que intentarán buscarle una nueva familia y una nieva vida.

Moda: sobre todo películas y anuncios de televisión ponen cíclicamente de moda algunas razas de perro y los efectos se pueden observar casi inmediatamente en las calles donde las personas pasean orgullosamente sus animales como si fueran trofeos o el último modelito de pasarela. Desgraciadamente, como todas las modas, esta también es efímera mientras que un perro es un ser vivo que necesitará afecto y cuidados toda su vida.

Insistencia de los niños: no hay nada malo en que un niño quiera una mascota. Muchos de nosotros guardamos los recuerdos más tiernos de nuestra infancia en compañía de un perro. Antes la insistencia de un niño muchos padres ceden sin pensar en las consecuencias. Adquirir un perro puede ser un momento educativo importante, puede transformarse en una lección de vida y responsabilidad para los niños que deberán aprender a cuidar el animal además que estudiar su comportamiento para tratarlo de la forma más correcta.

Todos los ejemplos que hemos citados seguramente son muy comunes pero todos nos enseñan que cualquiera sea la forma en la que un perro llegue a nuestra vida, lo primero es analizar nuestra situación y objetivamente tomar la decisión.
Quizás la pregunta más importante es: ¿Estoy dispuesto a cambiar la organización de mi vida por él? Si la respuesta es “si”, enhorabuena, se nos abre un mundo nuevo de sensaciones y aventuras…  


Por qué el perro
Desde nuestros antepasados ancestrales, quizás el perro ha sido el primer animal que aquel hombre no ha mirado como presa y alimento. Desde entonces muchos cambios han ocurrido y hemos “diseñado” razas que se adaptan prácticamente a cada persona. Cada día con más fuerza se afirman los importantes beneficios de compartir la vida con una mascota y el perro representa el animal que más elegimos como compañero. Las razones son muchas y desde el mundo científico, aunque con mucha cautela, también se levantan voces acerca de los beneficios afectivos, sociales y sobre la salud que puede tener convivir con un perro. En realidad el perro se ha adaptado a nuestro entorno social mejor que cualquier otro animal y ha desarrollado la capacidad de empalizar con nosotros respondiendo a nuestras señales concientes e inconcientes. Esto siempre y cuando respetemos las reglas y nos esforcemos para comprender también sus necesidades.


¿Estamos preparados?
Esta podría ser “la pregunta del millón”. Nunca podemos decir en nuestra vida que estamos preparados, en ninguna circunstancia. Lo que sí podemos hacer es esforzarnos de verdad, querer que la relación funciones y poner todo lo que podemos por nuestra parte. En muchos casos solo se tratará de sentido común, ponernos en el lugar de nuestro animal, empalizar con nuestros vecinos y mostrar savoir faire y buena educación.
Sin embargo una cosa es importante saberla: cuando se adquiere un perro es fundamental partir con el pie justo. Esto quiere decir conocer lo más posible acerca del perro, tener siempre presente que se trata de un animal y no de una persona y actuar en consecuencia, asegurarnos que entienda bien las reglas de nuestro hogar. Nunca es demasiado pronto para educar correctamente a nuestro cachorro y será la diferencia entre una convivencia feliz y tranquila y el fracaso de la relación. 

 Revissta "Perros & Compañía" nº 209 - Octubre 2011



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