jueves, 11 de octubre de 2012

Saber poner límites: educación básica





Cada sociedad por funcionar con éxito necesita establecer unas reglas de convivencia, unos límites que permitan ser concientes de cuál es el espacio vital del otro por respetarlo. De esto se trata cuando un nuevo miembro de la familia se incorpora, sobre todo si tiene… cuatro patas y una colita…A algunos propietarios parece como “antinatural” tener que enseñar a un animal como debe comportarse porque quizás piensen que es una especie de crueldad, una imposición por parte del hombre sobre el animal. Esto no es cierto: conocer las reglas hace que el perro adquiera poder de previsión sobre su ambiente, sepa como comportarse en cada situación y así reduce el estrés. Si conducimos por una carretera que conocemos nos sentiremos más seguros y no nos equivocaremos. Lo mismo es cuando un perro se encuentra delante de una elección: si sabe como comportarse, si conoce la carretera, será más tranquilo y confiado.

La educación y las órdenes
La educación es hacer que el cachorro aprenda los buenos modales para vivir en sociedad con el humano. Estas reglas van desde saber cual es su espacio, como comportarse con la comida, con sus juguetes, cuando lo tocamos o lo cogemos, como reaccionar con los extraños, sus compañeros de juego, durante un paseo…
Toda esta información es importante que se aprenda desde los primeros días y se recuerde y mantenga durante toda la vida del perro. Enseñar las órdenes básicas puede ser una maravillosa herramienta para que nuestro nuevo amigo aprenda, para poderlo controlar y comunicarnos con él en todas las circunstancias.

Cómo enseñar las órdenes
Loa animales no pueden entender el lenguaje humano. Por hacerlo deben aprenderlo. Si a un cachorro le decimos “siéntate” o “ven aquí” sin que antes le hayamos enseñado el significado de estas expresiones, lo más seguro es que no nos entienda. Es como si alguien nos estuviese hablando en un idioma que no conocemos. Los animales aprenden por asociación. Lo que debemos hacer es premiar en el momento exacto en el cual el animal hace algo que queremos. Imaginemos que hemos llegado a casa y queremos enseñarle a no saltarnos encima. Siempre tendremos a manos los extraordinarios premios en una bolsita que nos ayudarán en nuestra tarea de adiestradores. En el momento en el cual el perro se sienta al suelo, después del salto, lo premiamos y no le damos nada cuando nos salta encima, intentando apartarnos de él. Después de unas pocas repeticiones el perro habrá aprendido “si me siento  llega el premio y si salto no llega nada”. En este momento se sentará ante nosotros para obtener el premio. A este punto empezaremos a introducir la palabra “sentado” para que la asocie con la acción que le hemos enseñado. 
Es importante que los primeros ejercicios se hagan en un lugar familiar para el animal y tranquilo para que pueda centrar su atención en nosotros sin otras distracciones.




Las órdenes que debe aprender un perro
Cada propietario puede tener la necesidad de enseñar órdenes diferentes a su animal para que pueda utilizarlas en el día a día.  Sin embargo hay algunas órdenes básicas que es importante enseñar al animal para controlarlo y que él entienda qué le estamos pidiendo. A continuación mostramos algunos ejemplos de cómo se puede empezar con las órdenes básicas, aunque podemos introducir variaciones en base a la respuesta del animal, siempre que se basen en la presentación de refuerzos positivos. Nunca castigaremos al perro que no aprenda: el castigo aumentará el estrés y limitará el aprendizaje y la confianza del perro en nosotros.

Mira
Esta orden es muy importante porque permite que el animal se concentre en nosotros y aprenda que siempre pasa algo bueno cuando nos hace caso. Que nos haga caso es lo primero porque si no se fija en nosotros no podremos enseñarle nada.
Debemos practicar este ejercicio con un recurso que sea muy valioso para el perro, por ejemplo la comida. En este caso también aprenderá a no proteger la comida porque aprende que no se la vamos a quitar.
Con un poco de comida captamos su atención y hacemos que nos mire a los ojos desplazándola cerca de ellos. En el momento en el cual el perro nos mira, le damos la comida y lo felicitamos. Cuando vemos que ya lo hace bien, por ejemplo después de unas diez veces, introducimos la orden verbal “mira” para que asocie la acción a la palabra. Vamos aumentando despacio el tiempo y la distancia y después introducimos las variaciones de contexto.

Sentado
Esta orden es importante para controlar al perro por ejemplo si vienen visitas a casa y en general en todas las ocasiones. Se puede utilizar siempre que queramos premiar al perro, con comida, juguetes o antes de salir.
Con un premio o un juguete en la mano, atraemos la atención del perro, levantamos la mano hacia arriba y atrás para que si la sigue se deba sentar. A este punto premiamos. Cuando ya ha aprendido que hay que hacer para recibir el premio, introducimos la palabra “sentado” para que la asocie a la acción. Al final generalizamos el ejercicio en lugares diferentes.

Tumbado
También se utiliza para controlar al animal o para que se quede tranquilo en una situación en la cual por ejemplo tiene que esperarnos.
Se parte de la posición de “sentado” y se captura la atención del perro con un premio. Se mueve la mano del hocico del perro hacia el suelo en medio de las patas delanteras. Cuando el animal se tumbe recibirá el premio. Cuando vemos que el perro se tumba con el sistema anterior, introducimos la orden “tumbado” para que asocie la palabra.

Ven
Representa una orden muy importante para controlar al perro en diferentes situaciones. Lo más importante es que el perro entienda que cada vez que lo llamamos hay algo positivo que lo espera: un juguete, premios, juego y caricias. Es muy importante que el perro esté muy motivado a venir, más que lo que pueda motivarlo cualquier otro estímulo. Por esta razón es importante conocer a cada animal y lo que lo motiva más para competir con su curiosidad por el ambiente. Si el perro no acude a la llamada las primeras veces es muy importante no castigarlo e ir a por él sin repetir la orden para que no la asocie a nada negativo.
Para practicar esta orden, se puede empezar con la correa puesta o con una persona que sujete al perro en un ambiente más pequeño. Nos agachamos y lo llamamos por su nombre o simplemente decimos “ven”. Cuando acude lo felicitamos muy efusivamente. Es importante realizar muchas repeticiones, aumentando la distancia y al final cambiando de sitio, por ejemplo un parque conocido en un horario más tranquilo. Debemos practicar esta orden muchas veces sin necesidad, para que el animal aprenda que no solo lo llamamos para que se acabe el paseo o impedirle hacer algo que quiere. Debe sentirse más recompensado al acudir que en hacer lo que desea.

Quieto
Es una orden muy importante para controlar al perro a distancia y en situaciones peligrosas.
Se practica en dos fases: una primera fase en la que se enseña la orden “quieto” y una segunda en la que nos alejamos muy despacio y a poca distancia, aumentando poco a poco según las reacciones del perro.
En la primera fase nos aseguramos que el perro esté tranquilo sentado y en un ambiente tranquilo sin distracciones. Nos ponemos en frente a él con la palma de la mano delante de su hocico y le pedimos “quieto”. Si no se mueve por algunos segundos le damos el premio. Repetimos hasta que no percibimos que la orden es clara, y aumentamos un poco el tiempo antes de dar la recompensa, pero siempre muy despacio y sin cansar mucho al animal.
En la segunda fase empezamos a hacer un paso atrás y aumentamos el tiempo en que el perro debe permanecer quieto y concentrado. Le damos el premio si se queda en la posición y lo liberamos para que recupere su energía. Es muy importante ir despacio para que el animal mantenga la concentración. Cuando estamos seguros podemos aumentar distancias y tiempos.

Obviamente existen muchísimas órdenes diferentes, pero algunas son menos útiles que otras en obtener el control y la atención de nuestro perro. A estas órdenes se debería dar prioridad considerando que pueden ayudarnos y sacarnos de situaciones indeseadas y hasta peligrosas.




Las herramientas básicas
Todo lo que necesitaremos para empezar un buen adiestramiento en positivo será:
Una bolsa llena de suculentos premios (tipo riñonera para tener más libertad de movimiento)
Sus juguetes favoritos
Una correa de aproximadamente 1,5 metros
Un collar de cabeza
Paciencia y coherencia

Utilizaremos un collar normal, de nylon o de cuero pero nunca los de púas o de ahogo. Estas herramientas, además de parecer instrumentos de tortura de siglos pasados, pueden tener un efecto desastroso sobre el aprendizaje del perro. Como hemos dicho el perro aprende por asociación y puede ser que lo tiremos en el momento en el cual quiere ir a saludar a otro perro. En pocas repeticiones podría asociar el dolor a la vista del otro animal desarrollando comportamientos hostiles. Este es sólo un ejemplo, pero importante para entender que el dolor y las experiencias negativas y estresantes sólo generan conflictos difíciles de resolver después.
El collar de cabeza puede resultar útil para que el perro aprenda a andar a nuestro lado, Su diseño permite que si el perro tira, su cabeza se girará a otro lado impidiéndole proceder. Son eficaces y no causan dolor al animal, aunque no dejan de ser una herramienta de trabajo y debemos usarlos sólo durante el entrenamiento.
Las correas extensibles son otro punto de desacuerdo. Si la correa es una forma de prevención y control, las correas extensibles no responden a estos criterios y no nos permiten ni educar ni tener control en una situación de emergencia. Una correa que deje al perro libre de olfatear y de caminar a nuestro lado, es suficiente y nos permite respetar el espacio de los demás durante los paseos.


Cuando empezar
Nunca es demasiado pronto. El cachorro recién llegado es perfectamente capaz de aprender cualquier cosa, a pacto que se haga con los métodos adecuados. Muchos cachorros que acaban de llegar al nuevo ambiente necesitan un tiempo para familiarizarse. Debemos darle la bienvenida sin demasiado ruido, en un ambiente lo más posible tranquilo y relajado para que no se asuste. Cuando nos damos cuenta que se ha adaptado, olfateado y familiarizado con el ambiente, ya será el momento de establecer los límites y las reglas, que deberán ser respetadas por ambos de forma clara y coherente.
En principio es importante no hacer sesiones muy largas, máximo diez minutos. Si vemos que el animal no se concentra lo dejamos libre, jugamos un poco y volvemos a empezar.




10 errores frecuentes
No aplicamos pautas de educación desde el principio.
No sabemos premiar a tiempo los comportamientos deseados.
Castigamos de forma incorrecta.
Damos órdenes confusas o incorrectas.
No somos coherentes, premiamos o castigamos solo algunas veces.
Hablamos al animal como si fuera un niño.
Los miembros de la familia no están de acuerdo, algunos son más o menos permisivos.
No seguimos una rutina.
No enseñamos órdenes básicas.
Seguimos consejos de personas inexpertas.











https://docs.google.com/file/d/0B32Se_xad321a0VoN3c3Vk1DeUk/edit

lunes, 17 de septiembre de 2012

Enriquecimiento ambiental y Bienestar Animal

Enriquecimiento ambiental


Etograma y comportamiento normal
Todos los animales, domésticos o salvajes que sean, presentan una serie de comportamientos que desarrollan y que son  parte de un mosaico que llamamos etograma. Así, el etograma normal de un animal se compone de comportamientos diferentes que dependen de su especie y que necesita desarrollar para poder tener una vida normal. Desgraciadamente en cautividad no todos estos comportamientos pueden ser desarrollados satisfactoriamente, considerando que los espacios están reducidos, los animales se encuentran confinados y, en general, no podemos garantizarles todo lo que les proporciona el ambiente natural. Si esto es un problema reconocido y considerable para los animales salvajes, todo es menos conocido respecto a los animales domésticos. Pensamos que los siglos de domesticación hayan hecho “olvidar” a nuestras pequeñas “fieras” domesticas la sensación de correr en espacios  abiertos, cazar presas, percibir olores desconocidos al humano, recurrir largas distancias empujados solo por el instinto y percepciones que nosotros ni imaginamos y conocemos.
En realidad nuestras mascotas aún tienen vivos en su ADN estos instintos, tanto que si no pueden desarrollar algunos comportamientos ancestrales, pueden padecer problemas serios de comportamiento que a menudo desembocan en verdadero problemas físicos.

Ambiente y Bienestar Animal
El tema del Bienestar Animal  (BA) se ha debatido mucho en los últimos años sobre todo en la comunidad científica, aunque este interés no se haya trasladado con la misma intensidad en la sociedad civil. Quizás esto sea debido a la dificultad de definir exactamente lo qué es el BA.  Este concepto está relacionado con la integridad física y psicológica de los animales, características que no siempre son fáciles de medir. Una definición que se acepta bastante universalmente se basa en el criterio de las “5 libertades”, formulado por  el Consejo de Bienestar para Animales de Granja del Reino Unido (Farm Animal Welfare Council), en 1993.
Según este criterio, los animales deberían estar:

 •1.- Libres de hambre y sed: esto se logra a través de un fácil acceso a agua limpia y a una dieta capaz de mantener un estado de salud adecuado.
•2.- Libres de incomodidad: esto implica que a los animales se les debe otorgar un ambiente adecuado que incluya protección y áreas de descanso cómodas.
•3.- Libres de dolor, injurias y enfermedad: para lograr esto se deben instaurar  un buen criterio de medicina preventiva, así como establecer diagnósticos y tratamientos  adecuados a los diferentes estados de enfermedad.
•4.- Libres de poder expresar su comportamiento normal: para esto se les debe proporcionar espacio suficiente, infraestructura adecuada y compañía de animales de su misma especie, de modo que puedan interactuar.
•5.- Libres de miedo y distrés: para lograr esto se les debe asegurar a los animales condiciones que eviten el sufrimiento psicológico.

Como podemos notar, en estos puntos se hace mucho hincapié en el ambiente, considerando que, una vez proporcionado al animal el bienestar físico, es sumamente importante manejar correctamente el ambiente para que pueda también desarrollarse correctamente desde un punto de vista comportamental y emocional.


Indicadores de BA
Para un ojo experto puede ser posible, aunque no siempre fácil, reconocer signos de que un animal goza de un buen estado físico y emocional. Sin embargo  los propietarios de mascotas no siempre  pueden darse cuenta de que su animal padece algún tipo de trastorno, al menos hasta que ya sea grave y aya desembocado en un problema médico o etológico. Por esta razón es muy importante que, antes de adquirir una mascota, los propietarios se informen no solo acerca de su mantenimiento básico, si no también del cuidado general que el animal necesita, incluso en la esfera emocional. Este tema se hace cada día más evidente, sobre todo en la consulta etológica. Aumentan los casos de problemas de comportamiento que podrían haberse evitado solo con un correcto manejo, sobre todo en los primeros meses de vida del animal.
Hoy en día se sabe que uno de los síntomas más frecuentes y temprano de la falta de BA es la aparición de estrés.
La ciencia ha desarrollado unas técnicas que permiten utilizar indicadores fisiológicos para medir el estrés. Esto demuestra que un malestar psicológico es capaz de afectar también al correcto funcionamiento del organismo, se aún fuera necesario demostrarlo.
Sin embargo los animales nos pueden enviar “mensajes” de ayuda con su comportamiento y debemos ser capaces de interpretarlos si realmente queremos que puedan disfrutar de una vida feliz.
Algunos conocimientos pueden ayudarnos a entender si un animal está “a gusto” con su ambiente.
Primero de todo debemos saber reconocer el lenguaje corporal del animal: temblar,  tener las orejas bajadas y la cola entre las piernas, así como mostrar los dientes, gruñir y erizar el pelo, pueden ser signos opuestos entre si que pueden decirnos que el animal está reaccionando frente a algo. En muchos casos la misma agresividad puede derivar del miedo o de un estrés sufrido por demasiado tiempo. Para muchos propietarios el hecho que un perro gruña no quiere decir nada, mientras es una forma en la cual el animal nos está comunicando que algo le molesta y, en esta fase aún podemos actuar, antes que se desencadene la agresividad.
Una señal importante que algo va mal puede ser la aparición de comportamientos nuevos que nunca el animal había manifestado antes, o, al contrario, también la desaparición de algunos comportamientos normales. Un ejemplo en el gato puede ser el ronroneo. Si nos damos cuenta que desaparece mientras antes era presente, puede demostrar un cambio en el animal y en su bienestar.
La aparición de manifestaciones orgánicas puede ser provocada por problemas de bienestar, como en muchos casos de autolesiones y mutilaciones, muy frecuentes en los gatos. En estos casos podemos apreciar lamidos excesivos, zona alopécicas sobre todo a nivel de la cola y del abdomen.
Puede ser frecuente la aparición de estereotipias, comportamientos repetitivos y compulsivos que los animales aprenden a poner en marcha para reducir el estrés, sobre todo crónico. Es el caso de muchos animales enjaulados, pero también de muchos perros que sufren para no poder resolver conflictos que se establecen con los dueños o a causa de un ambiente pobre en estímulos.

La importancia de la estimulación ambiental: enriquecimiento.
La relación con el ambiente es fundamental para el bienestar de cualquier ser vivo. Observando los peces en un acuario, sabemos que el medio en el cual están inmersos es importante para su supervivencia y debe ser controlado para que ellos puedan desarrollar un correcto intercambio. Si el agua no posee determinadas características de temperatura y concentración de determinados elementos, los peces mueren. De la misma forma los animales se relacionan con el ambiente a través de una osmosis continua de sensaciones e intercambios que, en caso de no ser correctos, pueden perjudicarlos.
El enriquecimiento ambiental consiste en modificar el ambiente, también a nivel doméstico, para que los animales puedan desarrollar sus comportamientos normales y proporcionarles las condiciones nombradas en las 5 libertades. En términos más prácticos, podemos poner en nuestras casas una serie de herramientas y medidas para que el animal pueda estar entretenido, jugar, cazar, hacer movimiento y encontrar sitios para estar tranquilo y esconderse si lo desea. Teniendo presente su vida en la naturaleza, podemos improvisar juguetes, medios de estimulación física y mental, ambientes estimulantes y, sobre todo, nuestra compañía que les proporcionará estimulación social a todos los niveles. A muchas personas parece muy complicado y no creen que simplemente con introducir un juguete o una estantería o modificar el espacio pueda tener un efecto tan visible.  Tampoco se trata de gastar mucho dinero: los animales no piensan en las marcas o en las modas, solo necesitan expresar sus instintos. Algunos ejemplos muy sencillos pueden ser los juguetes kong que ayudan a los perros a mantenerse entretenidos en ausencia de los propietarios y estimulan su independencia. Una simple caja o un envase llenado con semillas puede estimular la curiosidad de un animal. En cuanto a los gatos será importante proporcionarles espacios tridimensionales, permitiéndole subir a los muebles o creando recurridos elevados.
Estimular fisica y psíquicamente un animal significa también ayudarlo a aprender a solucionar problemas y a resolver conflictos, en definitiva a tolerar mejor el estrés y la frustración, otorgándole las herramientas básicas para adaptarse al ambiente y a sus cambios.
En fui un animal bien entrenado y estimulado también será un animal más sano y aumentará su calidad de vida y longevidad. 

Artículo publicado en la web "El cielo de los perros"
http://www.adiosamigo.es/conciencia-animal/conducta-animal/270-enriquecimiento-ambiental.html

viernes, 1 de junio de 2012

A cada problema una solución - 2.Gatos

MI gato orina en toda la casa


 



El problema del marcaje en gato es muy común y sus causas pueden ser muy diferentes. Por esta razón es indispensable consultar a un veterinario experto en conducta para que pueda diagnosticar la causa exacta del problema e indicar las correctas soluciones. No obstante existen algunas actuaciones que pueden favorecer la aparición de este problema o ayudarnos a que no se presente.
En general los especialistas aconsejan utilizar bandejas no tapadas, con bordes no muy altos, arena no perfumada y de tipo aglomerante y que la bandeja esté en un lugar tranquilo, lejos de ruidos o de lugares de paso. El número de bandejas deberá ser uno más respecto al número de gatos. Nunca la bandeja deberá ponerse cerca del comedero.
Si el gato empieza a mostrar el problema, podría depender de diferentes factores. La primera cosa será descartar problemas del tracto urinario inferior del gato, muy comunes en esta especie, con un chequeo completo al veterinario. A veces animales mayores pueden tener más problemas en orinar, no llegar a la bandeja a tiempo o no conseguir entrar por dolores o artrosis.
La castración solo será efectiva en caso de marcaje sexual y será inútil en los demás casos.
Una causa frecuente de micción inadecuada en el gato doméstico es el estrés debido a un ambiente con pocos estímulos o a la introducción de cambios de rutinas, de personas, otros animales u objetos. Estos cambios el gato puede reaccionar de forma inesperada y también con micciones inadecuadas. Por esta razón otro consejo sería de introducir los cambios ambientales de forma progresiva, consiguiendo que el gato se acostumbre poco a poco a estos cambios. Puede ayudar el uso de feromonas sintéticas, sustancias que naturalmente tranquilizan al gato y suavizan la percepción de los cambios de ambiente por su parte.
El manejo del ambiente es muy importante para que el gato esté “a gusto” con él. Introducir juguetes, distracciones, acceso a un ambiente tridimensional (montar estanterías o que el gato pueda trepar), será muy útil para que el gato pueda desarrollar sus comportamientos naturales. Por supuesto respetar su intimidad y su carácter ayudará a que se sienta a gusto con nosotros y su ambiente.   


¿Qué hago si rasca donde no debe?



La conducta del gato de rascar es una conducta normal. Es un tipo de marcaje visual, por la presencia de los arañazos, y olfativo, por la deposición de feromonas producidas por las glándulas interdigitales del gato. Como se trata de una expresión natural del comportamiento del gato es necesario que pueda desarrollar esta acción, aunque en casa puede ser molesto para los propietarios. Siempre debemos reservar un sitio para que el gato pueda rascar: en comercio existen rascadores especiales para gatos que llevan olores especiales para que el gato rasque en ellos. Pero, si el gato ya se ha acostumbrado a otro substrato, por ejemplo el sofá, podemos conseguir que deje de hacerlo con un poco de paciencia y constancia.
Algunos propietarios consiguen resultados rascando ellos mismos la superficie que quieren que su gato rasque. Afirman que el gato imita esta acción y en un tiempo aprenda. Quizás este sistema funcione en algunos casos con gatos pequeños si cogemos su patita y rascamos ligeramente como si fuera un juego, pero en muchos casos puede tratarse de coincidencias y realmente este método de “imitación” no se ha contrastado científicamente.
Un método eficaz es mover el rascador a la zona en la cual el gato ya está rascando, por ejemplo el sofá. Podemos hacer que el sofá sea menos “deseable” cubriéndolo con un sustrato que no guste al gato, por ejemplo un plástico que haga mucho ruido. Si encima el rascador está rociado con un líquido que contenga catnip, una hierba que les gusta mucho, quizás conseguiremos que el gato prefiera rascar donde debe. Es importante que el rascador se ponga en una zona tranquila que el gato perciba como suya, cerca de su cama, por ejemplo.
El secreto está en probar y probar. Nunca mejor dicho: cada gato es un mundo y le puede gustar una superficie más dura o más blanda, de tejido o madera, horizontal o vertical. Conocer bien a nuestro gato significa también aprender a aceptar sus pequeñas “manías”. En este sentido la raza puede influir. Si se trata de un gato grande e fuerte, quizás debamos proporcionarle un rascador bien anclado o de madera. No hace falta comprar uno de los rascadores aparatosos en comercio: podemos confeccionar uno en casa, cuidando de todos modos que el rascador no se rompa en astillas, en el caso de madera, o mimbre, y que esté bien sujeto a la pared o de forma que no se mueva cuando el gato rasca. 

La pesadilla de ir al veterinario




Por muchos propietarios la sola idea de tener que llevar a su gato al veterinario es causa de estrés. Y no solo por ellos, si no también para el gato se transforma en un verdadero trauma. El resultado es que muchos gatos no son llevados al veterinario para los controles rutinarios y en muchas ocasiones este hecho hace que algunas enfermedades puedan pasar desapercibidas y que los gatos lleguen al veterinario cuando la enfermedad ya ha avanzado.
Con unos pequeños trucos podemos cambiar esta situación y hacer que nuestros gatos puedan disfrutar de una medicina preventiva sin estrés.
En primer lugar, como en muchas ocasiones, es importante empezar desde casa con una buena educación y socialización con el transportín. Este “objeto misterioso” que solo sale cuando se va al veterinario debe transformarse en un “inseparable amigo” para el gato que aprenderá a verlo como un lugar seguro.
Podemos conseguirlo en cuatro pasos.
-          Utilizar el transportín más adecuado. En comercio hay diferentes tipos, duros, con puerta extraíble, que pueden abrirse desde delante o en la parte superior,  blandos, en forma de bolsa… Utilizaremos el tipo que más nos guste, a nosotros y a nuestro gato;
-          Uso del transportín. Lo usaremos como un lugar seguro para el gato, en el cual podrá descansar, alejarse cuando quiere y en el cual se encontrará protegido de todos los estímulos que no le gustan;
-          Acostumbrar el gato al transportín: Lo pondremos en un lugar tranquilo, a poder ser, un poco elevado del suelo, pero que no pueda caerse. En principio lo dejaremos abierto para que el gato pueda entrar y salir libremente. Si vemos que no lo hace podemos remover la tapa y empezar más poco a poco. Pondremos en ello una manta suave y atractiva, jugaremos con el gato cerca o dentro del transportín, lo rociaremos con feromonas que tendrán un efecto tranquilizador, premiaremos con comida cuando entra espontáneamente y podemos completar nuestro “plan” poniendo dentro sus juguetes favoritos. Una vez que lo vemos más “a gusto” con su transportín, podemos empezar progresivamente a cerrar la puerta y premiarlo si se queda tranquilo.
-          El último paso será llevarlo de paseo en coche: lo haremos muy despacio, empezando por llevar el transportín al coche cubierto por una toalla o una manta. Lo fijaremos al asiento trasero con el cinturón de seguridad. Aumentaremos progresivamente el tiempo de permanencia del gato en el coche, introduciendo pequeños paseos `progresivos y, cuando vemos que el gato está más cómodo, llegando finalmente al veterinario.   


¿Se puede entrenar un gato?


La respuesta es “si”, pero a pacto que nos armemos de paciencia y empecemos con un gatito muy joven. Como cualquier otro animal, los gatos aprenden que una acción puede tener una consecuencia positiva o negativa. De ahí que, premiando los comportamientos deseados, podamos lograr que los gatos puedan aprender trucos útiles en su educación. Una cosa importante que podemos enseñar aun gato es que al tocar nuestra mano tendrá una recompensa. Los gatos tienen la tendencia a acercarse si les tendemos la mano para olernos, así que utilizamos este comportamiento natural y lo reforzamos con premios. Podemos armarnos de una comida apetitosa, tipo lata o algo que le guste mucho al gato. Cada vez que nos toca la mano con su nariz, le premiaremos. Este comportamiento puede ser útil si queremos llamarlo para que venga, si, por ejemplo está haciendo algo que no debe o se ha metido en una situación peligrosa o simplemente si queremos que entre en su transportín.
El secreto está en non hacer sesiones demasiado largas - cinco minutos serán suficientes – y cambiar de ejercicio si vemos que el gato se aburre.
Una de las formas en la cual podemos entrenar a nuestro gato es el clicker. Podemos armarnos de una cajita que emite un “clic” y cada vez que el gato hace bien un ejercicio clicamos y recompensamos.
Entrenar al gato no solo es una forma de establecer relación más estrecha con él, si no de estimularlo a solucionar problemas y no aburrirse y estresarse.
Además, como hemos visto, el gato se estresa mucho si tenemos que llevarlo al veterinario. Con este sistema podemos entrenarlo a que acepte el transportín como un juego y que las visitas al veterinario sean menos estresantes.

En este vídeo podemos ver la doctora Sophia Yin entrenando dos simpáticos gatitos...


Cuidado con los cambios en casa…

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Los gatos son muy sensibles a todos los cambios que pueden ocurrir en casa.
Son animales muy territoriales y necesitan tener control sobre su ambiente para sentirse seguros.
Reaccionan sobre todo a cambios de olor, de mobiliario, mudanzas, introducción de un nuevo animal o llegada de un nuevo miembro de la familia.
También pueden reaccionar negativamente a cambios en su rutina, como por ejemplo si los propietarios se van de viaje, cambios en casa debidos a nuevos horarios de trabajo, modificación de las normales interacciones que tenemos con él.
Así que cuando queremos introducir uno de estos cambios, debemos cuidar que se realice lentamente, dejando que el gato se vaya acostumbrando a él. Evidentemente no todos los gatos son sensibles de la misma forma y reaccionan con comportamientos diferentes que a veces pueden ser inesperados. De todos modos si pensamos que en poco tiempo algo va a cambiar en nuestra vida y puede afectar al gato, es importante tomar algunas precauciones.
Si nos mudamos, podemos acondicionar un ambiente para el gato, para que sea una zona segura, con sus juguetes, su manta favorita, un difusor de feromonas y posiblemente sin mucho ruido. Podemos darle la oportunidad de acostumbrarse al nuevo ambiente, olores y ruidos y, cuando esté más relajado, podemos dejar que explore el nuevo territorio. Lo mismo podemos hacer si se trata de un nuevo miembro de la familia: las presentaciones deben ser graduales. También si se trata de un nuevo gato, es importante dejar las interacciones para después. En estos casos hay protocolos diferentes de reintroducción en los cuales los gatos se van acostumbrando mutuamente el uno al olor del otro, dejando por última la interacción visual.
Las reacciones más comunes a los cambios pueden ser.

-Anorexia nerviosa: puede ser peligrosa en el gato si está en ayunas prolongada porque puede afectar gravemente al hígado. En este caso proporcionaremos al gato una comida que le guste mucho y lo confinaremos en una zona segura. Si sigue sin comer tres o cuatro días es importante consultar un veterinario.

-Agresión redirigida: se trata de una reacción del todo incontrolada: el gato no puede identificar la causa del estrés y reacciona agresivamente hacia la primera cosa que tiene a tiro, que puede ser el propietario, otro animal de la casa o un desconocido. A veces se trata de ataques muy violentos y en estos casos lo mejor que podemos hacer es eliminar la causa del estrés y cerrar el animal en un sitio tranquilo con poca luz hasta que se calme. Una vez instaurada la reacción se deberá introducir el estímulo muy progresivamente si es necesario, aunque estos casos son muy complicados de solucionar.

-Micciones inadecuadas o spraying: se trata de una reacción de estrés en la cual el gato, machos o hembras, depositan su orina en superficies verticales con una típica postura de cola levantada. Debemos diferenciar este comportamiento de un comportamiento de marcaje sexual que solo se realiza en presencia de otros gatos. En este caso puede ser una reacción de estrés y también se debe individuar la causa y eliminarla o ir acostumbrando al gato.

-Estereotipias: una de las más comunes en un gato con reacción de estrés es el lamido excesivo de zonas como el abdomen y la cola. El gato se lame hasta que la zona se quede depilada e irritada. Debemos diferenciar este proceso de reacción psicológica de procesos dermatológicos primarios e intentar volver a situaciones de tranquilidad y rutina, más cómodas para el gato.

Como hemos visto el gato puede reaccionar al estrés con comportamientos diferentes que pueden ser evitados con un poco de prevención y, una vez instaurados, pueden necesitar la intervención de un profesional etólogo que estudie el ambiente y el gato y tome las medidas adecuadas que en muchos casos serán de tipo ambiental, eventualmente suportadas por medidas farmacológicas.

A cada problema una solución - 1.Peros

La convivencia con un animal de compañía puede ser mejorada si conocemos algunos “trucos” básicos que en muchos casos pueden solucionar algunos de los principales problemas y transformar situaciones de tensión en momentos agradabl

¿Qué hago cuando tira de la correa durante el paseo?



El hecho de tirar de la correa se puede decir que es aprendido. Y somos nosotros los que enseñamos al perro a tirar más y más fuerte. Como siempre decimos, los perros “van a lo que les funciona”, así que pronto aprenden que tirando de la correa llegan antes donde quieren. Y nosotros no hacemos nada más que tirar del otro lado haciendo que el juego sea. “Si yo tiro, él tira y los dos avanzamos”. Esta conducta se instaura muy temprano en el cachorro, pero las quejas siempre empiezan en el perro adulto. Solo que la conducta ya se ha aprendido e instaurado y es más difícil recuperar el control de la situación.
La clave, como siempre, está en la paciencia y coherencia. Entre lo que podemos hacer hay algunas soluciones diferentes que pueden adaptarse a cada caso.
Empecemos desde casa: antes del paseo intentamos no excitar al perro: cojamos la correa despacio, no le animemos con palabras. Solo nos agacharemos esperando que venga y le pondremos la correa. Estaría bien, en casos en los cuales el perro es muy excitable, dejar la correa en sitios habituales, cogerla aunque no se salga de casa, para que cuando el perro la vea no la asocie al paseo y se ponga nervioso.
Utilicemos premios: esparcir un puñado de premios en el suelo puede enseñar al perro que no solo pasa algo bueno al parque donde quiere ir de prisa, si no que si va despacio también en el trayecto pasan cosas buenas y sobre todo si no tiene prisa.
Parémonos si el perro tira: en este caso el perro aprenderá que si tira va a pasar algo poco divertido, que es que se para, mientras que si camina más tranquilamente podrá avanzar, que en definitiva es lo que quiere. Si conseguimos que no tire podemos, en el mismo momento, tirar unos cuantos premios y después, siempre con la correa sin tensar.
Collares y correas: nunca utilizaremos collares de púas o de ahogo que crean dolor al animal. Hay en comercio collares tipo Halti o Gentle Leader que se colocan a la cabeza y alrededor del hocico y consiguen cambiar la dirección de la cara cada vez que el perro tira de la correa. La mejora es casi inmediata, y pueden ayudar en situaciones en las cuales el perro estira mucho.
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Es uno de los problemas más comunes y que mucho puede afectar al propietario y a la convivencia con los vecinos. Los continuos ladridos pueden acabar con una buena relación con el perro hasta el punto que muchos propietarios deciden deshacerse de él, a menudo a raíz de denuncias por parte de los vecinos.
Como el problema no se soluciona con una varita mágica, es importante implicarse y buscar la causa del problema. Son muchas las situaciones que provocan el ladrido del perro, muy diferentes y con diferentes causas. Buscarlas representa el primer paso hacia la solución, aunque en muchos casos es necesaria constancia y disciplina, del perro y del propietario.
Pero ¿por qué ladra el perro?
La raza seguramente representa un factor de predisposición, pero el ambiente, el aprendizaje y la experiencia son los factores determinantes. Hay razas más predispuestas a ladrar, en general las pequeñas que pueden llegar a ladrar para cualquier cosa. Son razas más reactivas y enérgicas, pero no son las solas. También perros de trabajo, muy activos, pueden ladrar, sobre todo cuando quieren “marcha”, considerando que se aburren con facilidad si no los estimulamos psíquicamente. Razas de guarda también pueden ladrar con más frecuencia.
Un perro dejado solo todo el día es probable que se aburra y, a parte otros problemas de comportamiento, puede ponerse a ladrar ininterrumpidamente. No se trata solo de perros dejados en pisos, si no también en jardines, según la convicción que si el perro está al aire libre estará bien aunque no se le haga caso.
Otra razón que muy a menudo causa ladridos es el miedo. Muchos perros pueden tener falta de socialización durante su periodo sensible (de las 3 semanas a los 3 meses) y esto puede hacer que desarrollen miedo a lo que no han aprendido a conocer. En este caso es importante identificar la causa de miedo e intentar que poco a poco el perro se familiarice con ella, por ejemplo haciendo asociaciones positivas, comida apetitosa, caricias, juego y…mucha paciencia.
Una circunstancia, también muy frecuente, es ladrar para llamar la atención del propietario. Es una herramienta que siempre le funciona al perro porque, aunque solo le reñimos o le decimos “¡basta!” su propósito se habrá cumplido. En este caso ignorar al perro es lo mejor que podemos hacer, aunque a menudo sea difícil. Mejor aún será premiar las conductas deseadas, es decir si el perro está tranquilo. En este caso podemos acercarnos a él y premiarlo, intentando no subir la excitación, simplemente acariciarlo y darle un premio. El perro asociará que cuando está tranquilo tendrá premio y si se excita se le ignorará.
Por último un fenómeno muy común es cuando el perro ladra detrás de una valla. En este caso puede tratarse de una conducta aprendida en cuanto de cachorro todo el mundo se paraba a decirle algo, mientras que de adulto la gente no se acerca tanto. Así él intenta llamar la atención ladrando, pero obtiene el efecto contrario: nadie se acerca. Esto provoca en el perro una frustración que transforma su deseo de que el ser humano se acerque en malestar cada vez que es rechazado. Así que el círculo se cierra. En este caso es importante que el animal no vea la calle y se intente poner una valla más apropiada. Otra causa de ladrido en caso de perros que viven en el exterior es la protección del territorio. En este caso el perro se da cuenta que ladrando obtiene lo que quiere, es decir que los extraños ese alejen. Así que “va a lo que le funciona” y el comportamiento se refuerza. Es importante prevenir este comportamiento, habituando al perro que si viene alguien pasan cosas buenas, se le distrae, se llama su atención para que no pueda establecer esta conducta y la asociación entre el ladrido y el hecho de que el “intruso” se va.
Hay muchas condiciones en las cuales los perros pueden manifestar la conducta de ladrido excesivo, y, como hemos visto, la cosa más importante es buscar la causa para poder actuar correctamente.

¿Qué hago si se pelea?



La agresividad es un comportamientote los perros del todo normal. Así que la evolución ha premiado este comportamiento, seleccionándolo en todas las especies. El problema es controlar y reconducir esta agresividad en situaciones de la vida cotidiana que pueden llevar a conflictos a veces peligrosos. Un concepto importante es que un perro no nace agresivo, si no aprende a utilizar la agresividad en determinadas situaciones solo porque “le funciona”. La tendencia a ser más o menos reactivo puede ser genética, pero el ambiente juega un papel determinante para que el perro aprenda que si se comporta de forma agresiva obtiene lo que quiere. Las causas que desencadenan la agresividad pueden ser varias y en este sentido cada perro es un mosaico de emociones en el momento de desencadenarse la agresividad. Así que identificar la causa y el detonante representa el paso indispensable para solucionar el problema. La postura del perro y el blanco de la agresividad pueden completar el cuadro. Si el perro presenta una postura claramente dominante es que quiere afirmar su poder sobre el contrincante; al contrario, si la postura es de miedo ésta es la causa de su agresividad, intentar defenderse de algo que percibe como un peligro. Desgraciadamente en la mayoría de los casos las cosas no son tan sencillas y el perro muestra posturas ambivalentes, mezcladas entre miedo y dominancia. Estos casos deben ser estudiados con atención porque pueden interactuar diferentes componentes, como la ansiedad, la falta de una socialización adecuada que implica no saber cómo acercarse a otro perro (falta de aprendizaje de los rituales), aprendizaje equivocado y reforzado en el cual el perro  aprende que con la agresividad puede solucionar sus problemas. Por esta razón el diagnóstico es indispensable en la cura de este problema.
Si llegamos a las consecuencias extremas de la pelea, hay algunas cosas que absolutamente debemos evitar, como:
Ponernos en medio de la pelea: lo más probable es que nos llevemos un mordisco de algún contrincante por la llamada “agresividad redirigida” o por equivocación;
Coger en brazos a los perros pequeños: por la misma razón, en una situación de excitación el perro puede mordernos porque no puede alcanzar su objetivo principal y mordernos para descargarse;
Gritar y excitarse: aumenta la tensión y excitación de la situación.
En caso que el conflicto no sea demasiado grave, lo mejor es que dejemos que los perros resuelvan sus diferencias. Pero, evidentemente, si vemos que la situación pone en peligro a los perros es importante actuar con firmeza y sangre fría. Evitando los comportamientos antes descritos, podemos coger las patas traseras de los dos perros (evidentemente con la ayuda de otra persona), para que pierdan el contacto con el suelo, el apoyo y el equilibrio. De esta forma podemos tirarlos hacia atrás para que retrocedan y, así, separarlos. Si no puede ayudarnos nadie, intentaremos esta maniobra con el perro más agresivo y dominante que ha empezado la pelea para tener más posibilidades de éxito. 


Mi perro es demasiado efusivo con los amigos y las visitas



Paseamos por la calle con nuestro perro y encontramos a una pareja de amigos.  Como siempre él los reconoce y empieza a tirar para poder saludarlos. Y como siempre se les tira encima y empieza a lamerlos moviendo la cola. Otra situación: invitamos unos amigos a cenar y nuestro perro se pone muy excitado y se les sube, pide comida a la mesa, corre de un lado a otro, ladra y hace que la tranquila velada se transforme en una lucha… Son ejemplos muy comunes y las reacciones de los propietarios normalmente se reducen a dos fundamentales: dejar que el perro haga todo lo que quiere (pobrecito, solo está manifestando su alegría), o cerrarlo en una habitación, en el caso de las visitas a casa. Las dos reacciones son incorrectas y no solucionan el problema, pudiendo incluso llegar a estropear las relaciones sociales con los amigos. No a todo el mundo le gusta que un animal se le suba encima o sea el centro de la atención de todos.
En muchos casos el primer paso es darnos cuenta que efectivamente hay un problema y que tiene solución solo si nos “ponemos las pilas” y empezamos a trabajar y a proporcionar al perro una correcta educación. Muchos propietarios están convencidos que educar al animal es transformarlo en un ser infeliz, triste y contener sus instintos. En realidad es mucho peor no educarlo y que no entienda porque nos ponemos nerviosos o lo castigamos en algunas situaciones.
Una vez estemos concienciados a solucionar el problemas hay una serie de reglas y trucos que podemos utilizar.
Obediencia básica: pasear correctamente con el perro sin que estire de la correa y enseñarle que cada vez que se acerca una persona conocida tiene que sentarse. Este ejercicio necesita entrenamiento, paciencia y muchos premios. Se trata de enseñar al perro una conducta incompatible con la que no deseamos que haga (si está sentado no saltará encima de las personas).
Ignorar la conducta indeseada: cuando llegamos a casa el perro nos esperará para saludarnos con ansia para recibir nuestras caricias. En el momento en el cual abrimos la puerta salta y nos saluda y nosotros correspondemos con caricias, besos y palabras cariñosas. Estamos reforzando este comportamiento. Cuando llegamos a casa debemos evitar hacer caso al perro si está excitado para no aumentar y reforzar esta excitación. Solo cuando se haya calmado, lo llamaremos y premiaremos su comportamiento tranquilo con premios y caricias.  
Hacer que aprenda a estar en “su sitio”: podemos poner una manta en un rincón y enseñar al perro que es su sitio y premiarlo mucho jugando con él cuando se queda ahí. No se trata en ningún caso de un castigo, solo de un sitio que el perro asocia con situaciones positivas. ¡Irse a su sitio significa caricias, juegos y premios! Cuando llegan visitas, simplemente le decimos que se ponga ahí quieto y lo premiamos si no se mueve. Cuando las visitas han entrado, se le da una orden que puede ir a saludar. De esta forma se reduce la excitación y se presenta la visita al perro en un contexto más tranquilo.
Practicar ejercicios con la puerta y el timbre: una variante puede ser practicar con el timbre. Cada vez que suena el timbre se enseña al perro que se siente, así no podrá saltar. Se premian todas las acciones positivas deseadas hasta que el perro aprende que al sonar el timbre debe sentarse para recibir su premio y quedarse sentado hasta que no le decimos que puede ir a saludar la visita.


Muerde todo: ¿cómo actúo?


Es bien viva en la mente de todos nosotros la imagen de un perro que muerde con gusto un zapato. En realidad el problema de morder objetos en los perros es extremadamente importante, en muchos casos difícil de solucionar y hasta puede ser indicador de un malestar del animal más profundo. Al principio puede ser hasta divertido ver al cachorrito empeñado con su zapato, mordiéndolo con sus puntiagudos dientecillos hasta destrozarlo completamente. Hasta lo reforzamos, jugando a que el cachorro nos muerda las manos. Lo excusamos porque el cachorro debe morder porque le están saliendo los dientes y le permitimos que haga algún que oro destrozo, pensando que acabará creciendo y dejando de hacerlo. El problema es que no estamos corrigiendo este comportamiento en el momento de aprendizaje más importante y esto puede conllevar a tener un perro adulto destructor que es mucho menos gracioso.
La educación del cachorro empieza el día mismo que pone su morrito en casa. Aunque pequeño tiene todas las herramientas para aprender lo que le enseñamos y es indispensable que sepamos ponerle límites antes que se vicie con comportamientos indeseados.
Normalmente el cachorro aprende la inhibición a la mordida con sus hermanos: apretar los dientes más fuerte de lo debido, tiene como consecuencia el paro del juego, la queja y el gruñido. Pronto el cachorro aprende que si quiere disfrutar del juego debe ser menos “bruto” y aprender buenos modales. En ausencia de hermanitos y de la madre, tenemos que suplir a esta falta poniéndonos a su sitio y parando el juego si el perro tiene en la boca un objeto que no queremos que tenga o nuestra mano. Será suficiente decir un “no” decidido, parar el juego e ignorar al perro hasta que se calme.
En perros mayores en general la tendencia a destrozar debe acabar al año, año y medio. Si no es así hay algo que no va bien y debemos actuar. En general el perro destructor puede no haber entendido la diferencia entre lo que puede o no puede morder, pero en muchos casos (y empiezan a ser mucho más frecuentes), se trata de que el perro no tiene la posibilidad de desarrollar todos sus comportamientos naturales y empieza a volver su atención al ambiente a su alrededor y a destrozar todo lo que tiene a tiro. Últimamente aumentan los casos de personas que adquieren un perro sin tener tiempo para dedicarle, le dejan solo en el jardín, en casa o en pisos en los cuales el perro se aburre. Destrozar es, entonces, su forma de decir que necesita atención, relacionarse, correr, jugar, y todo lo que un animal debe hacer.
Científicamente se ha demostrado que animales que muerden por aburrimiento estimulan la producción de endorfinas, sustancias que se liberan en situaciones de placer. Así este comportamiento se refuerza porque el animal experimenta placer, casi es para él una adicción. En los casos más graves el animal puede desarrollar comportamientos autodestructivos y compulsivos que necesitan la intervención de un etólogo profesional.
La prevención a través de una correcta educación es fundamental: poner límites a los cachorros en el periodo más importante de su aprendizaje, socializar correctamente al perro, hacer que pueda desarrollar todos los comportamientos que en la naturaleza expresaría. Sobre todo entender sus necesidades y compartir nuestras actividades y nuestras vidas. 

viernes, 18 de mayo de 2012

Un perro: ¿Qué perro?




Hacer una buena elección es un punto fundamental para el futuro dueño de una mascota. Indudablemente el primer paso es estar seguro de poder y querer un animal para compartir nuestra vida, recordando que se trata de una responsabilidad que no se debe infravalorar. Se trata de una relación a dos sentidos: es verdad que las decisiones las toma el humano, pero debe recordar que al otro lado está un ser vivo que no elige, solo responde como puede a nuestra actitud hacia él. Aunque se trate de un moloso de 30 kilos, en este sentido es un animal indefenso…


¿Por qué un perro?
Las razones por las cuales alguien quiere adquirir un perro son tantas cuantos dueños de perro existan. Cada uno tiene sus razones, sus experiencias, sus deseos y expectativas, algunas lícitas y algunas menos, pero todo llega al mismo punto: el establecimiento de una relación. Esta relación puede ser más o menos buena considerando los criterios que adoptemos en la decisión. Por ejemplo: querer un perro porque está de moda, porque lo quiere el niño o para mejorar al propia imagen no representa un buen comienzo, sobre todo porque estas razones, a parte de tener un fuerte componente de egoísmo, no se centran en nuestra relación con el animal, sino en nosotros y la imagen que queremos dar. Es evidente que casi siempre queremos satisfacer una necesidad propia en adquirir un animal, pero es indispensable también una parte de altruismo, amor, dedicación y paciencia. Así que satisfacer un capricho pasajero seguramente no es un buen comienzo.
Si en cambio queremos un compañero, un ser que comparta nuestras experiencias y nuestras vidas ayudándonos a ser más sociales, más abiertos y generosos, en este caso ¡Adelante!, tenemos buenos números para ser un buen dueño de una mascota. 

¿Qué perro?
Cada persona es un mundo y vive en un mundo que percibe de forma diferente de los demás. Es evidente, entonces, que también en la relación con un animal cada uno busque algo diferente que responda a su necesidad.
Esta afirmación es confirmada por la misma historia del perro: desde los ancestros se han ido seleccionando individuos y razas cada vez más fantasiosas y con características tan diferentes que a veces cuesta entender que pertenezcan a la misma especie.
Así que, aunque estemos pensando en adquirir un perro la cantidad de elecciones que se nos presentan son casi infinitas.
Lo que puede ayudarnos en la elección es ser un poco psicólogos y pensar en cómo somos realmente, nuestra forma de ser, nuestra vida y maneras de vivir. Este análisis nos ayudará a tener una visión correcta de nosotros con un perro. Es evidente que existe una diferencia entre cómo somos en realidad y cómo pensamos de ser. Este ejercicio nos ayudará a tomar decisiones correctas.

Persona y animal


A la hora de la verdad cada uno debe escoger con corazón y cabeza.  
Hay razas que por su apariencia capturan nuestra imaginación y simplemente con mirarlas nos llevan a pensar en diferentes situaciones y lugares. Este parámetro “estético” puede aplicarse a pacto que consideremos también otras cuestiones, relativas al carácter, al manejo y al ambiente.

Carácter: la raza es importante pero lo es más la educación

·        La excitabilidad: representa un factor a considerar sobre todo en caso de presencia de personas ancianas o de vivir en una comunidad de vecinos sensible a los ladridos, considerando que esta característica es típica de razas pequeñas y se acompaña a ladridos intempestivos.

·        La tolerancia hacia los niños: hay razas de perro que manifiestan intolerancia en ser tocados de forma indelicada y manifiestan esta intolerancia avisando con gruñidos y, si ignorados, pueden pasar a la acción. Es evidente que los niños representan un problema con su exhuberancia y sus movimientos imprevisibles y además sus manifestaciones de cariño a veces poco delicadas. Hay animales que simplemente se alejan si ven a un niño, considerando que es fuente de problemas. Pero, si un animal avisa es oportuno que se le haga caso y no se le provoque, sobre todo si es un animal de gran tamaño. Es evidente que no se puede generalizar porque cada perro es un mundo, pero si consideramos las inclinaciones de raza, podemos trazar unas líneas que nos indican que hay algunas más tolerantes y algunas menos. Entre las más tolerantes sin duda hay el Labrador y el Goleen Retriever, Beagle, Boxer. En general mejor una raza medio-grande que pueda soportar los tirones de cola y orejas, las uñas y los dedos en los ojos, respeto a una pequeña, más delicada y que puede hacerse daño más fácilmente. La cosa importante es que los padres estén ahí a explicar al niño que el perro es un ser vivo y pueden hacerle daño y la forma correcta de jugar y relacionarse. En fin apuntar el cachorro a clases de socialización en las cuales haya niños de diferentes edades es genial para que aprendan a socializarse de forma correcta.

·        La capacidad de aprendizaje: esta característica se confunde a menudo con la inteligencia. Que un perro no tenga la misma inclinación en aprender “trucos” no significa que no sea inteligente a su manera. También es verdad que hoy en día aún no sabemos definir la inteligencia en el perro, pero es importante dejarle un poco de margen antes de ponerle la etiqueta de “vago” o “tontorrón”…

Manejo: conocimiento, paciencia y coherencia

·        Perros de pelo largo: en adquirir un perro debemos pensar también a nuestro hogar y a nuestra tolerancia a que no esté en perfecto orden. Es evidente que tener un animal en un hogar representa un aumento del trabajo de limpieza, sobre todo respeto a la normal pérdida de pelo y a la muda estacional en particular. Tener esta tolerancia significa no transformar al perro en una víctima de nuestras manías: es importante cepillarlo con una frecuencia adecuada a su tipo de pelo y llegar a un justo compromiso. Hay propietarios que piden que el peluquero corte el pelo muy corto aunque no se aconseje porque el pelo representa una natural defensa de la piel y del cuerpo en relación a la temperatura externa. En fin recordamos que aunque tengamos una raza de pelo corto, también tendremos el problema porque este tipo de pelo por su naturaleza tiende a penetrar en los tejidos, sofás, abrigos cojines, etc.    

·        Perros con alta necesidad de ejercicio: son razas dinámicas que necesitan liberar energía física y psíquica. Es importante estimularlos, proporcionarles juego, largos paseos y que se relacionen con la familia, las personas y sus congéneres. Necesitan un dueño dinámico y con tiempo para dedicarles. La relación con estos animales puede llegar a ser única y especial a pacto que se les trate con respeto, firmeza, dulzura y paciencia.  Razas más dinámicas y atléticas son las que pertenecen a algunas razas gigantes, como los dogos, los galgos, perros grandes y atléticos como los nórdicos, los pastores y los perros de agua. Sobre todo en las razas grandes la cantidad de ejercicio debe ser proporcionada y vigilada, durante el crecimiento para notar fallos en la alimentación y para detectar a tiempo posibles enfermedades genéticas.


Ambiente: la raza ideal para cada hogar

·        Si por ejemplo somos un poco perezosos, nos gusta la tranquilidad del hogar, no disponemos de mucho espacio y no somos el prototipo del atleta, en este caso  no podremos optar por razas grandes y con necesidad de mucho ejercicio. Mejor una raza pequeña, pero considerando que algunas son más nerviosas y tienden a ladrar. Podremos optar, por ejemplo, por un Carlino, tierno y cariñoso, un Bulldog francés, dócil, afectuso y obediente, un Lhasa Apso, afectuoso con su amo, alegre pero desconfiado con los extraños. En todo caso, aunque no sean razas deportivas, es indispensable proporcionarles paseos y que se relacionen con otros perros, cosa que también ayudarán al propietario más sedentario a hacer un poco de actividad física.    

·        Si disponemos de jardín o espacio exterior, podemos optar por una raza más grande, aunque siempre debemos recordar que un perro  no puede dejarse en el jardín olvidado. Los perros son animales sociales, necesitan ser parte de la familia y formar lazos con los representantes de su manada humana. Es importante, además, que el perro se relacione con otros perros para su correcta maduración y que aprenda a utilizar correctamente las señales de su especie. Hay razas que necesitan mucho ejercicio, así que en caso de animales de tamaño grande, en general serán importantes paseos largo y juego para que desahoguen su energía. Las razas apropiadas para propietarios activos y dinámicos son razas atléticas, perros de caza, Retriever, Pastores, Belga, Alemán, Rottweiler, Dogo Argentino, los Terrier.  

A parte las necesidades de espacio debemos considerar la presencia de niños y su edad. Un niño muy pequeño no sabrá relacionarse de forma correcta con un perro y lo ideal sería que se criaran juntos, siempre bajo la supervisión de un adulto. Las razas que más se pueden asociar a la presencia de niños son razas tolerantes, dóciles y pacientes como los labradores, Shnauzer miniatura y Beagle. En cuanto los niños crezcan, será importante que aprendan señales corrientes de adiestramiento y reglas básicas de convivencia.


Si pensamos en adoptar un perro de una perrera o refugio, sería interesante tener un poco de experiencia previa con animales o, por lo menos, asesorarse bien con un profesional y trabajar en estricto contacto con el personal de la estructura que conoce al perro y podrá ayudarnos más que nadie.


Conocer a fondo la raza que queremos adquirir nos puede ayudar en la decisión y a veces puede hacer que cambiemos de idea. También nos ayudará cuando ya tengamos en casa nuestro amigo para tratarlo de la forma correcta.
Por ejemplo algunos perros tienen la tendencia a cavar agujeros en el jardín o a destrozar cosas. En algunos casos se trata de falta de atención y ejercicio por parte del propietario, en otros a las inclinaciones de los animales, como en el caso del Husky siberiano (quizás por su baja inclinación natural hacia el juego), o los terriers por “deformación profesional”.


Aprender a interpretar el lenguaje del perro
Sea cual sea la raza la forma más adecuada de empezar una relación con un animal es conocer su lenguaje y su forma de ser y comunicar. Cualquier perro si mal interpretado y no correctamente educado corre el riesgo de desarrollar problemas que pueden repercutir sobre su bienestar y la armonía familiar. Para ello se aconseja a los nuevos propietarios que aprendan cuanto más posible sobre el perro y la raza que van a introducir en su familia. En  los últimos años cada vez más se organizan seminarios y clases para propietarios y cachorros con el objetivo de prevenir todos posibles problemas de convivencia. Sería muy interesante que toda la familia asistiese a estas clases durante los primeros meses y se asesorase con un profesional antes de adquirir un perro.

A cada personalidad un nombre de perro
Numerosos estudios psicológicos sugieren que cada persona hace su elección en relación a su carácter. En muchos anuncios, películas y programas televisivos se pone en evidencia como, en muchos casos, las semejanzas sean hasta físicas. Como hemos visto nuestra personalidad nos influencia a la hora de elegir el perro.  
Esta tendencia también se nota en la elección del nombre. Algunos estudios muy originales ponen en relación el nombre que damos al perro con nuestra personalidad.
Así que
·        si se escogen nombres de persona significa que tenemos la tendencia a humanizar a nuestro animal;
·        si se pone un nombre de un personaje de la infancia se intenta revocar este periodo;
·        un artista pondrá al perro  el nombre de un músico o un pintor,
·        un humorista pondrá un nombre gracioso;
·        Una persona con deseo de potencia pondrá a su animal un nombre que evoque fuerza como el de un fenómeno natural, de un personaje histórico o mitológico;
·        un viajero o aventurero un nombre de un lugar misterioso, un continente exótico, una ciudad lejana;
·        una persona con poca imaginación escogerá el nombre del perro en base a su color.


(Publicado en la revista "Perros & Compañía n.210)